Ábrelo.
No tengas miedo y tira del manillar, abrirás un cajón de sueños, locuras, canciones, risas y lágrimas mezclados sin orden alguno...
Descubrirás mi mundo, unico e irrepetible al igual que el tuyo, un mundo lejano y cercano, normal y extraño, alegre y triste, silencioso y musical, enorme y a la vez tan pequeño que cabe en un cajón...

27/4/07

El viaje que cambio mi vida

¡Hola! Pues estoy muy contenta porque un relato sobre inmigracion que escribí ganó el 2º premio del concurso de mi instituto. No es nada maravilloso pero yo estoy muy contenta, porque estando en los primeros años de la ESO he superado a gente de bachiller que tambien participaba, y eso ya es mucho :D :D :D
Muchos de los pocos que se pasan por aquí ya lo habrán leido, pero lo pongo para los que no lo hayan leído. Espero que les guste ;)



“Shamil, ¿recuerdas lo que te había dicho? Nos iremos, todos nos iremos de aquí”. Lo primero que sentí cuando me llegó la esperada noticia fue un escalofrío que recorrió mi espalda, y luego permaneció en mi cabeza, haciendo que esa idea no me abandonase en los días siguientes. Nos íbamos de la aldea, de Mauritania, nos íbamos muy lejos, a buscar un lugar en el que hubiera agua y una vida digna. Papá nos dijo que al llegar la primavera empezaría nuestro viaje, nuestra aventura: atravesar el Sahara y llegar a El Aaiun, para entonces navegar a Canarias. Estaba muy alegre, por fin abandonaría aquel lugar en el que reinaba la pobreza, pero al mismo tiempo no quería abandonar a mis amigos, con ellos había crecido y lo eran todo para mí. Mi hermanita Aisha tampoco quería irse al principio, pero le explicamos que era lo mejor para todos.
Por fin, después de mucho tiempo de espera, llegó el día. Salimos al amanecer, con algunas estrellas todavía brillando sobre nuestras cabezas. Eché la mirada atrás, hacia la aldea, que contrastaba con la suavidad de las dunas del desierto. Aisha me preguntó si volveríamos algún día; no supe contestarle. Los días en el Sahara fueron muy duros, pues apenas comíamos ni bebíamos, y el sol abrasaba nuestra piel con sus rayos incansables. Varios días después llegamos a un oasis, agotados. Las plantas de nuestros pies estaban quemadas por la arena caliente del desierto, y nuestras bocas estaban completamente secas. Apenas nos sosteníamos en pie. Nuestros cuerpos agradecieron darse un baño en el oasis, y por fin pudimos saciar nuestra sed. Pero todo sabíamos que sólo habíamos hecho la mitad del trayecto a pie, y que aún quedaban muchos kilómetros por recorrer. Proseguimos nuestro camino, con energías renovadas y muchas ganas de llegar al final.
Cuando llegamos a El Aaiun, me sorprendió la cantidad de personas que habían allí. La gente iba y venía, empujando, yendo de un lado para otro, entrando y saliendo de comercios… Estaba maravillado, pero lo que más me sorprendió fue el océano. Cuando vi por primera vez aquella extensión azul, resplandeciente, que se extendía hasta más allá de donde alcanzaba mi vista, supe que jamás olvidaría esa imagen. Al ver tanta agua junta, brillando, quise correr hacia allí para calmar mi sed, pero papá me dijo que era agua salada, que sólo secaría aún más mi boca. Me quedé embobado contemplando cómo las olas se acercaban y se alejaban, sin pausa; cómo la espuma blanca flotaba sobre el mar azul. Era tan bello… Pero a la misma vez que daba miedo, ¿tendríamos que atravesar el océano inacabable? No era capaz de imaginar cómo llegaríamos hasta el final sin que alguna ola nos tragase por completo, haciéndonos desaparecer como si jamás hubiésemos existido. El mar era tan grande que ni siquiera pude ver nuestro destino, las Islas Canarias. Recuerdo haber visto una mancha en el horizonte, parecida a una porción de tierra, pero seguramente fuese mi imaginación, que me jugaba una mala pasada. En la ciudad pasamos unos días, hasta que papá nos dijo que el barco saldría la mañana siguiente, al amanecer. Mamá me dijo que cuidase de Aisha, y al principio no la entendí. Pero al mirarle a los ojos comprendí el significado de aquellas palabras: el viaje lo haríamos Aisha y yo, solos, mamá y papá se quedaban. Una lágrima rodó por mi mejilla, no podía abandonarles, no después de aquel viaje por el desierto, no después de todo lo que habían hecho por Aisha y por mí. No podía permitirlo. Y no sólo era por ellos, también por mí. Yo no podría soportar una nueva vida sin ellos. Les grité, les imploré, les supliqué que viniesen, pero era imposible: el dinero que teníamos sólo servía para comprar dos pasajes. No pude dormir esa noche. Sólo con pensar que seguramente no volvería a ver a mis padres, mi corazón se inundaba de tristeza. A medianoche Aisha se me acercó, y la abracé para consolarla. “No te preocupes, todo irá bien” recuerdo que le susurré, pero ni siquiera yo estaba convencido de mis palabras. Esa mañana nos acercamos a la costa para subir al barco con otras personas que también perseguían nuestro mismo sueño. Mamá y papá nos acompañaron hasta allí, luego nos abrazamos los cuatro, sabiendo que nuestros destinos se separaban allí. Todos llorábamos, nuestras lágrimas se mezclaban y caían juntas al mar, donde se perdían entre la espuma y las olas. Llegó la hora de separarnos. El que parecía el capitán nos señaló el camino hacia la embarcación, y cuando la vi me quedé de piedra. No era más que una carcasa de hierro, algo oxidada, que se mecía en el vaivén de las olas. Su aspecto era frágil, parecía que se hundiría con el peso de nuestros cuerpos. Aisha se acercó a mí, temblando, y la abracé para consolarla. Su rostro aún estaba húmedo por las lágrimas. Cuando nuestros futuros compañeros de viaje llegaron, subimos a la embarcación uno detrás de otro. En el interior habían unos asientos metálicos, muy fríos, cuyos bordes me hacían daño en las piernas. Toda la embarcación estaba húmeda y sucia; la comida y el agua dulce estaban guardadas en un pequeño armario que había en la parte delantera del barco. El capitán puso en marcha el pequeño motor, y la barca comenzó a desplazarse lentamente por el océano, dejando un rastro detrás suyo. Abracé a Aisha, no sólo quería consolarla a ella, sino darme fuerzas a mí mismo, pues me sentía minúsculo frente al enorme océano. Desperté unas horas más tarde, cuando el sol ya estaba en lo alto del horizonte. Sentí que mi estómago estaba revuelto, como si estuviera a punto de vomitar.
–¿Te encuentras bien, chico? –me preguntó uno de mis compañeros.
–No… –en ese momento tuve que girar la cabeza hacia el mar, porque todo lo que había comido en los últimos días, que no era demasiado, voló hacia el océano.
–Ya veo que no… Se te pasará, siempre ocurre la primera vez.
–¿Ya has navegado otras veces? –le pregunté. No contestó, pero sus ojos se enturbiaron durante un momento. Comprendí, y no pregunté nada más.
Aisha había despertado hacía un tiempo, y no le dolía el estómago como a mí. No pude más que alegrarme por ella, pues el dolor era tan terrible que deseaba no haber subido a aquella embarcación en mi vida. Además, el barco no dejaba de subir y bajar a causa de las olas, y eso no mejoraba a hacer desaparecer mi mareo. Me ofrecieron algo de comida, pero no fui capaz de aceptarla, a pesar de no haberme llevado nada a la boca en casi un día entero. Eso tampoco era una gran novedad para mí, pensé con amargura. El día siguiente fue bastante parecido al primero, casi no pude hablar con nadie a causa de mi mareo. Al menos bebí un trago de agua dulce, que me refrescó la garganta y consiguió que el mareo se me pasase un poco. Los días seguían pasando, pero no llegábamos a tierra y las provisiones se acababan. Había entrado agua en el barco, y las noches se hacían insufribles por el frío. Siempre dormía abrazado a Aisha, para darnos calor mutuamente. Todo mi cuerpo estaba entumecido, y ni siquiera el sol del mediodía conseguía calentarme un poco. Cada día comíamos menos, y mi estómago, que apenas había comido en las primeras jornadas por el mareo, rugía con gran fuerza, pidiendo a gritos algo que alimentase. Un día me desperté y no quise ni levantarme, mis huesos ya debían estar completamente congelados. Miré a Aisha a los ojos y le dije “Si yo no llego, prométeme que serás feliz, incluso sin mí. ¿Lo prometes?”. Me dijo que seguro que llegaría, que yo era muy fuerte, que tenía que conseguirlo. Ese mismo día vimos tierra. Una gran montaña se elevaba en el horizonte, y hacia el atardecer llegamos a la isla. El compañero que me había hablado el primer día dijo que estábamos en Tenerife, que lo sabía por experiencia. Aisha y yo nos abrazamos, llorando de alegría, felices. Habíamos conseguido llegar, lo habíamos hecho. Algo en mi corazón me dijo que en ese momento empezaba una nueva vida para mí, una vida completamente diferente.
***
Y es cierto, tengo una nueva vida. Una familia, un trabajo y una casa. Un lugar donde vivir, algo que dar de comer a mis hijos cada día. Aisha también es feliz, ha conseguido lo que siempre deseó: ser periodista y contar a todos la realidad del mundo. Lo peor de todo fue no volver a ver a papá y mamá, algo me dice que ellos saben que estamos bien. Han pasado muchos años desde ese terrible viaje salvador, pero nunca olvidaré ni un detalle de la aventura que cambió mi vida.



Por cierto, hoy acabo de devorar un libro que me gustó bastante, pero el final es, como decirlo... demasiado facil y perfecto. no sé si habrán leido "donde surgen las sombras", ese es el libro. Quienes no lo hayan leido les aconsejo que no sigan leyendo, avisados están.
Ya la portada daba algo de mal royo, con la mirada esa de la foto... uy, cada vez que la miraba me daba un susto de muerte xD El libro me encantó, es intrigante hasta el final, pero yo creo que Garcés es un poco tonto. Cuando Raquel se rio en sus narices despues de que dijese que Ramos estaba buscando a los chicos en las alcantarillas... ¡hasta yo supe que Ramos era malo! Y eso que a mi no se me da bien resolver misterios xD Y el final es decepcionante, despues de toda la historia de repente llegan los polis y todo se soluciona, todos felices y contentos, que aquí no ha pasado nada. Don't worry, be happy xD El final no me convenció...


A partir de aqui pueden volver a leer xD
Bueno, nada más que decir, si no me equivoco... ¡Ah, si! Que me estoy volviendo adicta a los libros de asesinatos, lo de fantasia estan perdiendo puntos en mis elecciones. "Donde surgen ls sombras" es uno de los libros de misterios, asesinatos, desapariciones, etc, que me han enganchado a este tipo de historias, ahora estoy leyendo "se busca asesino", que como dice el titulo trata sobre un asesinato xD
Ahora si, feliz fin de semana y que lo pasen muy bien tod@s! ;)

20/4/07

Paseo bajo la lluvia... sin lluvia

¡Hola! Les traigo un nuevo relato que escribí hace poco, tenía la idea de escribirlo desde una tarde aburrida con Yvonne... A ella va dedicado, cómo no :P


–Julia…
–¿Qué quieres?– le respondí con fastidio. ¿Por qué la plasta esta siempre me molesta cuando estoy tranquila? No entiendo porqué tiene que ser mi hermana.
–¿Quieres dar un paseo bajo la lluvia?– ya vuelve con sus estupideces… Hay que ver, ni siquiera está lloviendo y quiere dar un paseo bajo la lluvia. Seguro que se cayó de la cuna cuando era un bebé, porque para ser tan tonta…
–A ver, niña, ¿no ves que no está lloviendo? Y déjame ya en paz, que tengo un examen muy difícil, tanto que tu suspenderías con un cero –eso la molesta muchísimo, ella siempre saca buenas notas y odia que le digan que puede suspender un examen. Claro, sus exámenes son de escribir las letras, así cualquiera. Con seis años yo también sacaba sobresalientes…
–Pero está nublado. Sólo tenemos que imaginar que está lluviendo. Es muy fácil –qué raro, no se ha enrabietado… Pero sigue siendo tonta, no sabe ni hablar como una persona normal. Y hay que ver que ideas se le ocurren, ¡imaginar que está lloviendo! Cada día está peor la renacuaja de las narices.
–María, no voy a ir contigo, tengo que estudiar y no puedo perder el tiempo, ¿vale? Así que ahora lárgate y no vuelvas.
–Pe… Pero… –uy, me pasé. Ahora va y pilla una de sus rabietas, se pone a llorar y toda la culpa es mía, como siempre. Empiezo a odiar esto de tener una hermana pequeña.
–Lo siento, lo siento, no quería decir eso –me acerco a ella y la abrazo, a ver si así se calla–. Venga, tranquila, no llores… Ahora voy contigo a pasear, ¿vale? Espera un momento a que busque el impermeable –los niños pequeños siempre se salen con la suya, son odiosos. Y no sé ni siquiera para qué voy a coger un impermeable, si es que no cae ni una gota… Parece que soy su mascota personal, capaz de hacer todas las chorradas que se le ocurran, y también de cuidarla y darle de comer… Es patético, ¿cómo he llegado hasta este punto?
Salimos las dos de casa, con impermeables, abrigos y un paraguas cada una. Estamos haciendo un ridículo tremendo. Bueno, más bien yo lo estoy haciendo, porque ella parece disfrutar de todo lo que hace… Me subo la bufanda hasta los ojos, para que nadie me reconozca, y le digo a María que no me llame por mi nombre.
–María, me sé un juego muy divertido, ¿quieres jugar?
–¡Sí! Me encantan los juegos.
–Mira, yo soy un agente secreto, y para que los enemigos no sepan quién soy me tengo que cambiar el nombre y taparme la cara. Mientras estemos fuera me tienes que llamar Guadalupe, ¿lo entiendes? Es muy importante, porque si los malos descubren quién soy me matarán.
–¡Vale! ¿Yo me puedo cambiar el nombre? Tampoco quiero que me maten.
–Claro, a partir de ahora te llamarás Mónica.
Ya habíamos llegado al parque, y yo traté de convencerla de que no fuésemos a la zona infantil, allí seguro que alguien nos podría reconocer.
–Guadalupe, abre tu paraguas.
–¿Por qué?
–Porque está lloviendo, ¿no sientes las gotas?
–Mónica, estás loca. No llueve.
–Ya sé que no. Pero imagina que llueve. Imagina que están cayendo gotas de agua en tu cara. Imagina cómo caen del cielo, cómo te dan un golpe frío en la piel cuando menos te lo esperas. Sólo tienes que imaginarlo –desde luego, está loca perdida. Ojalá funcionase eso de imaginar algo y que se hiciese realidad. Entonces imaginaría estar en alguna playa desierta, calentita, no con este asqueroso tiempo–. ¿Lo estás imaginando? –bueno, lo intentaré, no creo que pierda nada por hacerlo.
Cierro los ojos y me concentro, recuerdo la última vez que llovió, el tacto congelado de las gotas de agua, cómo suenan los golpes de la lluvia en los cristales de los coches… De repente, siento una gota que cae en mi cara. ¿Lo he imaginado, o realmente está lloviendo? Otra gota. Y una más. En pocos segundos llueve con fuerza, y agradezco haberme traído todos estos abrigos. Abro el paraguas y me bajo la bufanda, ya no hace falta que me tape porque nadie me mirará mal, y además me empezaba a costar respirar.
–María, tenem-
–¡No me llames así, nos descubrirán los enemigos!
–Los enemigos se derriten cuando se mojan, están todos muertos. Ya ganamos. Tenemos que volver a casa, está lloviendo. Vas a coger un resfriado.
–¡Pero yo no quiero! ¡Me gusta estar bajo la lluvia! –estúpida niña, si se pone enferma la culpa también sería mía. La agarro por el brazo con fuerza y la arrastro de vuelta a casa, corriendo. Teniendo que agarrarla a ella, no puedo sostener el paraguas, y lo cierro porque de poco me sirve. La lluvia golpea mi cara, con fuerza; estoy empapada. El agua recorre mi rostro y me refresca, creo que me empieza a gustar a mí también. Sigo corriendo todo lo rápido que puedo, esta niña no se quiere dejar llevar…
Veo una silueta conocida, es Silvia, la pija de mi clase. Pero no lleva paraguas ni abrigo, y camina tranquilamente. Esta también es tonta de remate, ya lo sabía desde hace tiempo, pero ahora queda demostrado científicamente. Cuando nos encontramos, me dice:
–Hola, ¿por qué corres tanto? ¿Y por qué llevas ese impermeable? –es idiota, o está ciega y le funciona mal el sentido del tacto. Tiene cada pregunta…
–Normalmente cuando llueve la gente se abriga e intenta no mojarse.
–Exactamente, cuando llueve. Ahora no cae ni una gota.


Espero que les guste. Y les dejo también las fotos de una rosa de abalorios que hice ayer, me pasé toda la tarde encerrada en mi cuarto... El tallo quedó algo feo, pero supuestamente había que hacerlo con cinta floral verde y yo no tenía, asi que tuve que pegarle un papel por encima.
http://item.slide.com/r/1/70/i/C6lv3aXg6D_V325aTY3TNIYYmVz-VLNv/

8/4/07

¡Hola!

¡Bienvenid@s a mi blog!
Me llamo Laura y soy de Tenerife, pero eso no es lo importante... Me encanta leer y sobre todo escribir. Tengo algunas historias largas pensadas, pero no las he empezado a escribir porque aún no las he desarrollado del todo. Mientras tanto escribo pequeños relatos de una o dos paginas, incluso más, ya sea para concursos o sencillamente por hacerlo.
En el blog iré poniendo estos relatos, pero no solo eso: anécdotas que me ocurran, cosas que me apetezca contar, noticias que me llamen la atención (estrenos de películas, firmas de libros, nuevos discos...) o cualquier novedad respecto a mí ;)
También me gusta hacer pulseras, pendientes, animalillos, etc, con abalorios o cuentas. Les suelo sacar fotos y las meto en el ordenador, pondré aquí los que más me gusten.
¡Espero que disfruten! ;)