Ábrelo.
No tengas miedo y tira del manillar, abrirás un cajón de sueños, locuras, canciones, risas y lágrimas mezclados sin orden alguno...
Descubrirás mi mundo, unico e irrepetible al igual que el tuyo, un mundo lejano y cercano, normal y extraño, alegre y triste, silencioso y musical, enorme y a la vez tan pequeño que cabe en un cajón...

14/1/08

Érase una vez... (parida)

Érase una vez una chica guapísima, inteligente, maravillosa y, en resumen, prácticamente perfecta. Se llamaba Laura, y tenía un blog llamado Mi Cajón Desastroso, en el que ponía todas aquellas cosas que escribía. Tenía un don para las palabras, las tejía unas con otras haciendo maravillosos vestidos, camisas, bufandas... Laura era la mejor.
Pero, como todo el mundo, Laura tenía un fallo (pero sólo uno, y claro, el resto del mundo tenía muchiísimos fallos, p or lo que Laura era muy afortunada). Como decía, el fallo de Laura era la cocina. No era su punto fuerte, desde luego, y tampoco le gustaba. Por eso odiaba las veces que su madre le decía que hiciese la comida para ella y para su hermano.
Cierto lunes, Laura estaba a punto de empezar un trabajo de tecnología, cuando sintió que su estómago le pedía algo de comer. Era normal, pues aquella mañana se habían acabado los cereales, y tampoco quedaba mucho pan, asi que había desayunado la mitad de lo normal. A la hora del almuerzo, que desgraciadamente había tenido que hacer tambien ella porque su madre estaba haciendo la compra, había descubierto que uno de los ingredientes básicos estaba pasado, así que tanto ella como su queridísimo hermano Daniel tuvieron que tomar un burrito cada uno. Ciertamente, aquello no había contribuído a llenar su estómago, y ahora tenía más hambre que nunca.
Laura se dirigió a la cocina, buscando algo dulce para comer, cuando su madre le sugirió que hiciese un bizcocho. En un principio, la idea no le gustó en absoluto, pero luego se dio cuenta de que le apetecía mucho un bizcocho, y sabía que su madre no lo iba a haber, asi que sólo le quedaba hacerlo ella misma. Sacó los ingredientes: huevos, harina, yogurt, aceite... Algo tenía que faltarle. ¡Ah, claro! Un limón, para la rayadura. Lo buscó en la nevera, pero no lo encontraba, y pensó en ir a coger uno del limonero de cierta vecina suya, justo en el momento en el que por fin vió un limón escondido.
Nuestra querida protagonista necesitaba escuchar música mientras hacía eso, si no se le iba a hacer muy aburribo, así que cogió su movil para escuchar una canción con la que llevaba obsesionada desde hacía una semana, hasta el punto de haberla escuchado sólo en el ordenador más de 100 veces. Toda la familia estaba más que harta de esuchar aquella canción un tanto repetitiva a aquellas alturas, por lo que Lau se puso a buscar su queridísimo auricular (si, señores, sólo uno). Cuando lo encontró vio un problema: el cable la molestaría mucho a la hora de cocinar. Pero como antes dijimos que Laura es muy lista, deó un sistema perfecto: después de ponerse el movil en el bolsillo del pantalón y pasarse el auricular por la espalda, se enganchó el cable al pelo con una traba, dejando lo suficiente como para que le legase a la oreja. ¿No es maravillosa nuestra querida protagonista?
Laura empezó a untar el molde con mantequilla y luego con harina, proceso tras el cual se quedó con las manos un tanto asquerosas. Hasta tuvo que lavarse las manos con Fairy, el imán Antigrasas, para no tenerlas pegajosas. Asombroso, ¿eh? Lo primero que tenía que poner eran los huevos. Los abrió de uno en uno, todo perfecto hasta que se le cayó la cáscara de uno de ellos al cuenco donde lo estaba mezclando todo, por lo que sus manos recién lavadas quedaron pringadas de nuevo en el intento de rescatar la cáscara. Después añadió el aceite y todos los demás productos líquidos, y más tarde la harina. Cuando quiso darse cuenta, ¡no había puesto azucar! Buscó el bote donde debía estar guardado, y midió 250 gr... ¡pero sólo habían 150! Laura buscó desesperadamente en la despensa un paquete de azucar, pero no lo encontró. se sintió muy desgraciada, cuando pensó que quizás en el azucarero quedase un poco. ¡Eureka! ahí estaba, el azucarero casi lleno del todo, y Laura pudo poner la cantidad de azucar necesaria.
Laura empezó a mezclarlo todo con un cucharón, intentando que no quedasen grumos. Tenía la sensación de que ALGO se le olvidaba, y ese algo era bastante importante. Por suerte, recordó que aún no había puesto la levadura, por lo que se apresuró en ponerla. Siguió removiendo hasta que la masa estuvo completamente lisa, y entonces lo virtió todo en el molde.
En ese momento llegó su madre, y entonces ambas se pusieron a pelear por el cuenco en el que Laura había preparado la masa, ya que lo que no se había podido aporvechar estaba verdaderamente delicioso. Laura creía que ella era quien tenía derecho a tomarselo, porque ella había cocinado con espero todo aquello, pero sin embargo su madre se empeñaba en quitarle el cuenco, y tras una larga lucha Laura consiguió esconderse en el baño con el cuenco y, además, el pelo y la ropa llenas de masa. "Para algo están la lavadora y el champú", pensó. Después de eso recordó que, para que el bizcocho estuviese listo, faltaba un paso importante: ponerlo en el horno.
Lo hizo, y se puso a doblar una colada y tender la siguiente. Cuando terminó, se fue a su cuarto, y encendió el ordenador. Abrió el messenger y se puso a hablar con la gente. Casi se olvidó de apagar el horno. Afortunadamente no fue así, y cuando lo vio y se dio cuenta de que estaba muy chiquito todavía pensó que algún ingrediente tenía que haberle faltado. Pensó y pensó, le dio vueltas y más vueltas, hasta que llego a la conclusión... ¡de que no había puesto la rayadura de limón! Lo dedujo porque vio el limón intacto en la mesa, porque si no seguramente nuestra querida Laurita no se hubiese dado cuenta, ya que a pesar de que antes se mencionase que es maravillosa (y lo es) todo el mundo tiene sus defectillos, pero en el fondo todo el mundo es maravilloso.
Finalmente sacó el bizcocho del horno, y mientras que esperaba a que se enfriase Laura decidió que quería contar al mundo sus escasas dotes culinarias, y lo hizo mediante su blog, el ya mencionado Cajón Desastroso. Se puso a escribir toda su historia, y aunque sabía que tenía que estar haciendo el trabajo de tecnología, no le apetecía hacerlo, y además, ya lo haría mañana, o más tarde. El caso s que en estos momentos Laura se ha dado cuenta de que su querido bizcocho ya se ha enfriado lo suficiente, así que puede que estas sean sus ultimas palabras antes de morir envenedada...


Vale, decididamente me aburro mucho xDDDD Por cierto, el bizcocho no esta mal, pero tampoco especialmente bueno, y no, no se vende ni se regala, ¡que ya me costó su trabajo hacerlo! XD
¡Besos!
Laura

PD: que gran exito la entrada anterior...

1 comentario:

Cazadora de estrellas dijo...

Vecina! Bueno, bueno... siento el retraso, últimamente no he tenido tiempo ni para pasarme por tu blog.
Respecto a tu entrada, definitivamente tú, o te aburres demasiado, o estás mal de la quijotera. Espero que sea lo primero, porque no quiero ser yo quien tenga que llevarte a "Mirador Ifara" XDD Si quieres tomar el relato como algo más serio, revísalo, porque tiene bastantes faltas XD
Respecto a tu entrada anterior, la leí en su momento, pero no tuve tiempo a oomentar y tampoco se me ocurría qué decir.

¡Un beso!

*Cazadora de estrellas*